Este viernes nos tocaba descansar y disfrutar del hotel. No teníamos
excursión preparada, pero sí muchas ganas de seguir con nuestro espíritu
aventurero, así que nos las ingeniamos para adentrarnos y conocer un poco mejor
Puerto Plata.
Nuestro receptivo Wallix hizo de guía y nos llevó con su coche
manejando por toda la ciudad. Puerto Plata era antiguamente la localidad
turística por excelencia; pero Punta Cana la ha eclipsado por lo que hay muchos
hoteles cerrados.
De camino al centro no dudamos ni un momento en detenernos cuando vimos
a muchos chicos jugando al béisbol Además están muy contentos porque ayer
"vencieron a los yankees". Su
cercanía es tal que cuando les pedimos batear todo fueron facilidades, ánimos,
risas y buen ambiente. Nos dieron las indicaciones para conseguir un buen
golpe. Vero fue la primera y tras numerosos intentos (Fer perdió la cuenta)
conectó un gran lanzamiento que celebramos todos como la victoria de ayer. A
Fer no le costó tanto, aunque no llevaba el calzado indicado y casi muerde el
polvo. Sus campos de entrenamiento son improvisados éste concretamente es un
terreno para el ganado que amablemente les han cedido. El béisbol es el deporte
nacional en República Dominicana y el sueño de muchos niños dominicanos que
aspiran a jugar en las grandes ligas americanas. Después de esta enriquecedora
experiencia de novatos -nosotros ni eso- visitamos el estadio, llamado aquí
"play", donde se entrenaban las futuras promesas de este deporte.
Nuestra aventura por Puerto Plata tuvo su siguiente parada en el centro
histórico; visitando la Fortaleza de San Felipe en la que estuvo prisionero
Duarte, libertador de República Dominicana, durante 7 días. Exploramos,
igualmente, la ciudad; que permanece inalterable por su obligación de no
modificar sus fachadas de estilo victoriano.
Tocaba volver, pero no sin intentar conocer Puerto Plata desde su
montaña más alta a 800 metros del nivel del mar. Se puede acceder en coche o
teleférico. Elegimos esta segunda opción que cuesta 7€ por persona. Le echamos
cara y cámara en mano nos dejaron entrar para filmarlo. La mayoría valora que
quieras promocionar su país; aunque no todos.
En su cima se halla una pequeña versión de un Cristo como el de Río de
Janeiro. Fue el segundo que se levantó después del brasileño. Y a sus pies una
fortaleza natural con muchísima vegetación; contraste de sus playas. La niebla
nos atrapó en segundos, pero con la fortuna de los campeones se abrió paso en
nuestra bajada para grabar la bella localidad dominicana en todo su esplendor.
Fer es un miedica y no se atrevía a mirar para abajo. Para volver al hotel, nos
tocó regatear de nuevo, en este caso con los taxistas. Aún no nos atrevemos a los
motoconchos, son mototaxis y van hasta 3 personas como en la foto que subimos ayer.
Ahora nos preparamos para una "Beach Party" en la que ojalá enseñen a Vero a mover sus bonitas caderas a ritmo de merengue, bachata y reggaeton. Eso sí, nos recogeremos temprano que mañana toca un día largo con la excursión a Cayo Paraíso.
¡Viva el béisbol y los dominicanos!
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