domingo, 17 de marzo de 2013

Cayo Paraíso, visita obligada


La jornada del sábado comenzó con un buen madrugón para coger la guagua de la excursión Cayo Paraíso. Éramos los únicos hispanohablantes de un grupo de 50 personas principalmente americanos y canadienses.
La aventura comenzó en La Ensenada, una playa en la que estaban las barcas que nos llevaron hasta el Yate. La embarcación era de dos plantas. En la parte baja nos ofrecieron un desayuno y bebidas, alcóholicas y refrescos,  sin límites. En la alta el capitán Juan Luis nos explicó al detalle cuál sería la travesía.

Ya en alta mar disfrutamos de los preciosos paisajes y nos introdujimos en una parque natural lleno de manglares. De allí, a darnos un chapuzón en alta mar. Durante 30 minutos pudimos disfrutar del Atlántico con una copa en la mano.  Al contrario de lo habitual, Vero no se tiró porque había una fría brisa; pero en el agua se estaba de lujo.

Nos volvimos al yate para dirigirnos hasta Punta Rusia. Una playa de chiringuitos y barcas en las que nos tenían preparado el almuerzo. Un buffet internacional pero con el toque dominicano de los cocolocos; un coco cortado por su parte superior y al que le ponen ron, mucho ron, mezclado con el agua del coco. Muy sabroso, pero merece la pena avisarles porque si no se pasan con el ron.

A toda máquina nos adentramos en el mar dirección Isla Paraíso. Un saliente de arena en pleno Atlántico rodeado de corales y con 4 cabañas provistas del material necesario para hacer snorkel: gafas, tubo y aletas. También nos pusieron un chaleco salvavidas, precaución por las corrientes marinas. Cuando estás llegando ya notas la riqueza natural del lugar. Las diferentes tonalidades del agua y la arena, un placer para la vista.





Nos aventuramos a hacer snorkel. A Vero se le dio mucho mejor y Fer frustrado no entendía cómo no podía sumergirse. Las carcajadas fueron  tales que debieron escucharse hasta en Canarias al darse cuenta Vero que era porque tenía el chaleco hinchado. Uno de los chicos nos dio engodo y los peces se acercaron tanto que comieron de nuestra mano, incluso un bocado a un dedo de Fer le dieron. Nos acordamos especialmente de nuestro amigo “el hombre pez” que como buen amante del buceo disfrutaría como un niño entre algas, corales y variedad de peces.
Con las gopro en mano intentamos grabar los fondos marinos hasta que se nos agotaron las baterías y posteriormente las fuerzas. De nuevo en tierra firme, sólo nos quedaba regocijarnos del idílico paisaje. Un lugar de ensueño en medio de la nada.




Tocaba marchar, muy a nuestro pesar, pero quedaba aún excursión de la que disfrutar. La última parada fue una plantación de tabaco. Allí nos explicaron con todo lujo de detalles cómo se realizan los puros dominicanos. Hay de todo tipos y precios; pero los Premium necesitan 7 años de fermentación y tiene un costo de aproximadamente 17 €. La elaboración del puro es todo un arte. Su amabilidad fue tal que nos dieron a probarlos, ¡cómo se nota que no fumamos! Aunque la sensación que dejaba en los labios los puros de sabores era increíble.


 La jornada, como ven, fue muy intensa. Caímos rendidos nada más llegar al hotel y por eso les informamos hoy, en este domingo que como ya saben se creó para descansar. Habrá que hacer caso y disfrutar del hotel, y las innumerables actividades que nos ofrece el Be live Grand Marien, sin olvidarnos de…

¡Vamos Tete y Vamos Canarias!

4 comentarios:

  1. Pero como se lo están pasando estos tubiaventureros.

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  2. Jejeje la verdad que increíblemente bien. Tubillete.com lo ha organizado de lujo y nosotros con muchas ganas de trabajar

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  3. Que pasada de playas!!! Fer no le dejes el barco a esa loca que ya sabemos como termina jejeje. Un besote maniss!!!

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  4. Yo quieroooooooooooooooooooooooooooooo :p

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