La jornada del sábado comenzó con un buen madrugón para
coger la guagua de la excursión Cayo Paraíso. Éramos los únicos
hispanohablantes de un grupo de 50 personas principalmente americanos y
canadienses.
La aventura comenzó en La Ensenada, una playa en la que
estaban las barcas que nos llevaron hasta el Yate. La embarcación era de dos
plantas. En la parte baja nos ofrecieron un desayuno y bebidas, alcóholicas y
refrescos, sin límites. En la alta el
capitán Juan Luis nos explicó al detalle cuál sería la travesía.
Nos volvimos al yate para dirigirnos hasta Punta Rusia. Una
playa de chiringuitos y barcas en las que nos tenían preparado el almuerzo. Un
buffet internacional pero con el toque dominicano de los cocolocos; un coco
cortado por su parte superior y al que le ponen ron, mucho ron, mezclado con el
agua del coco. Muy sabroso, pero merece la pena avisarles porque si no se pasan
con el ron.
A toda máquina nos adentramos en el mar dirección Isla
Paraíso. Un saliente de arena en pleno Atlántico rodeado de corales y con 4
cabañas provistas del material necesario para hacer snorkel: gafas, tubo y
aletas. También nos pusieron un chaleco salvavidas, precaución por las
corrientes marinas. Cuando estás llegando ya notas la riqueza natural del
lugar. Las diferentes tonalidades del agua y la arena, un placer para la vista.
Nos aventuramos a hacer snorkel. A Vero se le dio mucho
mejor y Fer frustrado no entendía cómo no podía sumergirse. Las carcajadas fueron tales que debieron escucharse hasta en
Canarias al darse cuenta Vero que era porque tenía el chaleco hinchado. Uno de
los chicos nos dio engodo y los peces se acercaron tanto que comieron de
nuestra mano, incluso un bocado a un dedo de Fer le dieron. Nos acordamos
especialmente de nuestro amigo “el hombre pez” que como buen amante del buceo
disfrutaría como un niño entre algas, corales y variedad de peces.
Con las gopro en mano intentamos grabar los fondos marinos
hasta que se nos agotaron las baterías y posteriormente las fuerzas. De nuevo
en tierra firme, sólo nos quedaba regocijarnos del idílico paisaje. Un lugar de
ensueño en medio de la nada.
Tocaba marchar, muy a nuestro pesar, pero quedaba aún
excursión de la que disfrutar. La última parada fue una plantación de tabaco.
Allí nos explicaron con todo lujo de detalles cómo se realizan los puros
dominicanos. Hay de todo tipos y precios; pero los Premium necesitan 7 años de
fermentación y tiene un costo de aproximadamente 17 €. La elaboración del puro
es todo un arte. Su amabilidad fue tal que nos dieron a probarlos, ¡cómo se
nota que no fumamos! Aunque la sensación que dejaba en los labios los puros de
sabores era increíble.
¡Vamos Tete y Vamos Canarias!
Pero como se lo están pasando estos tubiaventureros.
ResponderEliminarJejeje la verdad que increíblemente bien. Tubillete.com lo ha organizado de lujo y nosotros con muchas ganas de trabajar
ResponderEliminarQue pasada de playas!!! Fer no le dejes el barco a esa loca que ya sabemos como termina jejeje. Un besote maniss!!!
ResponderEliminarYo quieroooooooooooooooooooooooooooooo :p
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